lunes, 11 de junio de 2012

ENCUENTRO Y OPINIÓN:"JUANVI MORALES RECUERDA A VICENTE PÉREZ GONZÁLEZ"

 SE NOS HA IDO VICENTE
Por Juan Vicente Morales Monsalve, cofrade de la Crucifixión del Señor
Cuando ayer domingo me llamó un desconsolado Paco Celdrán para decirme que había faltado Vicente Pérez, no podía creérmelo. Esta claro que la muerte es una parte de la vida, y también lo está que los mayores nos han de preceder, aunque no siempre sea así, del mismo modo no hay que olvidar que tenía 87 años. Pero es que Vicente estuvo siempre igual, al menos a mis ojos, desde que lo conocí, allá por 1970 hasta la última vez que lo vi, hará ahora unos quince días. Era de esas personas que parecen no envejecer.

A Vicente le debo el estar en Semana Santa. Mi padre salía en el Buen Acierto y cuando en la Cofradía se decidió cambiar la túnica de raso negro por otra de terciopelo, mi padre decidió no continuar. El motivo, que tenía dos hijas y mi madre se quedaba sola con las dos mientras él se vestía de vesta y se iba a la procesión. Uno de los inconvenientes de la época, que no se podía integrar a las familias en la Hermandad. Así en la Semana Santa de 1965 mi padre ya no procesionó, permaneciendo ligado a la Hermandad como Socio Protector. En la Semana Santa siguiente, la de 1966, yo ya había venido al mundo, pero mi padre no podía llevarme a brazo vestido de vesta. Y fue Vicente quien pasaba por la Droguería a cobrarle la cuota y siempre le decía: “che, ¿per que no apuntes al xiquet?”. Al final, cuando yo contaba con cuatro años, mi padre me apuntó y pude salir con un traje que me buscó Vicente Pérez, gracias a su empeño.

Desde ese momento lo vi como ve un niño al que manda y después ya como un joven, lo pude conocer algo mejor coincidiendo con él en algunas reuniones, de aquellas que se celebraban en los bares, la Dinámica, el bar Flor o el Fusilot. Un poco después, una vez ya me incorporé formalmente a la Junta Directiva, que allí se llamaba Junta Organizadora, lo conocí mucho mejor como persona y como compañero.
Fue de las personas que, sin brillar, estuvo siempre ahí. De los que sin aspavientos aguantan la carga sin rechistar. De los que nunca necesitaron pregonar sus logros ni sus méritos. En la catedral de nuestra Semana Santa no fue un arco ingenioso, ni un ornamento de los que resaltan los estudiosos del arte, pero fue una piedra de carga, de las que aguantan el edificio calladamente. Sin él ni la Hermandad de Vestas ni la Semana Santa Marinera hubieran sido las mismas.
Recuerdo una intervención suya en Junta Mayor que hoy quiero compartir con todos los que lean este humilde escrito: allá por el año 1988, cuando apenas quedaba un cuarto de hora para el comienzo del Desfile, estaba lloviendo a mares. Tanto era así que desde la Junta que entonces presidía D. Ramón Guardino y contaba con D. José Vilaseca como Secretario General, se comunicó a las Hermandades que se suspendía el acto. Pero resultó que a la una, no sólo no llovía ya, sino que había despejado y hacía un sol radiante, y puesto que las Hermandades estábamos en los locales sociales ya vestidos de cofrade, pues salimos con las bandas y entramos por el itinerario oficial, donde había bastante público, todo sea dicho. No se trataba de un acto oficial, pues éste se había suspendido, sino de un hecho espontáneo en el que participaron bastantes agrupaciones, aunque no todas.
 Bueno, pues desde ahí hasta la Asamblea de Junta Mayor de cierre de ejercicio, que entonces se celebraba en la Casa Abadía de Cristo Redentor, los rumores en la calle eran cada vez más aciagos: “que si nos van a sancionar a todos”, “que si no nos van a dejar salir más”. Y llegó la esperada reunión y Vicente Pérez pidió la palabra para decir, con sarcasmo, que proponía que se sancionara a aquellas Hermandades que no habían participado en el pseudodesfile, logrando una gran carcajada con su intervención que enfrió mucho los ánimos. No hubo ninguna consecuencia. Probablemente tampoco la hubiera habido sin esas palabras, pero son perfectamente indicadoras de su forma de ser, para todo aquel que no lo conoció.


En estos momentos, estas y otras muchas cosas me vienen a la memoria, pero sobre no me dejo de repetir que la Semana Santa Marinera sigue perdiendo a su buena gente.
Hasta siempre Vicente Pérez González, DON VICENTE PÉREZ GONZÁLEZ.

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