sábado, 29 de diciembre de 2012

LA COLUMNA DE DIAZ TORTAJADA EN EOS.CARTA A UN COFRADE:DIOS EN FAMILIA

FOTO GUALLART. Carta a un cofrade
DIOS EN FAMILIA
Por Antonio Díaz TORTAJADA
Sacerdote-Periodista
Querido cofrade:
¡Cuántas quejas, cuántas lamentaciones, y cuántas alabanzas y cuántos arrebatos de admiración —así, todo revuelto— se está llevando hoy la familia!  
Todos están interesados en la familia: Los buenos para amarla y defenderla; los malos para destruirla sea como sea.
Los ángeles del cielo tiran de los moradores del hogar para arriba; los demonios del infierno tiran para abajo a todos los que pueden. El caso es que nadie hoy en la sociedad permanece indiferente frente a la familia. 

¿Y Dios? ¿Qué hace Dios?... ¿Y la Iglesia, veladora de los intereses de Dios, qué hace la Iglesia?...
La respuesta la tenemos en la palabra de Dios.
Hemos visto cómo Dios se ha hecho hombre y ha venido a nosotros el día de Navidad: No entre esplendores de gloria y como Rey avasallador, sino como Niño pequeñito, necesitado de todo, nacido de una Mujer, miembro de una familia.
Y la Iglesia, Madre y Maestra, nos pone hoy ante los ojos la imagen de esta Familia del Hombre Dios, como diciéndonos a todos:  ¿Os dais cuenta de lo bella que es la familia, cuando el mismo Dios ha nacido, se ha desarrollado, se ha formado y ha vivido largos años en un hogar?...
¿Os dais cuenta de lo feliz que es la vida de familia, cuando en la familia reina la fe en Dios, el respeto a su Ley divina, el amor, el trabajo, la austeridad, la pureza, la unión irrompible?
¿Os dais cuenta del mal que os trae el romper esa armonía de la fe y de la piedad, del amor, del trabajo, de la pureza y de la unión, tal como se viven en la familia bien constituida?...
¿Y os dais cuenta también de que la reconstrucción de la familia, hoy tan en crisis, sólo la vais a resolver cuando hagáis de vuestros hogares un reflejo y un trasunto del Hogar de Nazaret?...
Si miramos el Evangelio, pronto damos con los fundamentos de la felicidad que reinaba en aquel hogar de Nazaret.
Jesús, con doce años, es ya ante la Ley en aquel tiempo un adolescente con personalidad y, se supone, con sentido de responsabilidad. Ya puede actuar por su cuenta como un mayor de edad. 

Va en peregrinación a Jerusalén durante la Pascua. Entre la baraúnda de los cien mil o más peregrinos, se pierde, se queda en la ciudad, y, como lo más natural en Él, se refugia en los pórticos del Templo, donde al tercer día lo encontrarán sus padres.
María se presenta como protagonista y la principal responsable, aunque pone delicadamente el nombre de José por delante:
-- Hijo, ¿por qué has hecho esto? ¿No te dabas cuenta de que tu padre y yo te buscábamos llenos de angustia?
Jesús comprende. No es ajeno al dolor de sus padres. Pero da una respuesta misteriosa:
-- ¿Y por qué me buscabais en un lugar fuera del Templo? ¿No sabíais que yo debo estar en la casa y en las cosas de mi Padre?
El muchacho regresa a Nazaret. Y Lucas nos condensa los treinta años de aquella vida de hogar en una pincelada magistral:
-- Jesús les estaba sujeto. Y crecía en estatura, en conocimientos y en gracia delante de Dios y de los hombres.
Un saludo cordial,


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